LA PRIMER MUJER OLIMPICA

JEANETTE CAMPBELL. POR RODOLFO SACCO

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Corría el año 1914, el matrimonio Campbell viajaba por Europa debido a razones particulares, pero el 1º de agosto (de ese año), fueron sorprendidos por el inicio de la 1ra Guerra Mundial. A pesar de los intentos por embarcarse rumbo a la Argentina, debieron quedarse en Europa hasta la finalización de la 1ra Gran Guerra. El señor Campbell de nacionalidad Escocesa, amante del golf y dueño de campos cerca de la ciudad de Bahía Blanca, estaba casado con una mujer de nacionalidad argentina que era hija de Mari Gorman, una de las primeras maestras que Domingo Faustino Sarmiento trajo al país; ellos fueron los padres de una hermosa criatura que, el día 8 de marzo de 1916, nació en la ciudad de Bayona, Francia y que fue llamada Jeannette Morven (montaña en irlandés) Campbell. El 11 de noviembre de 1918 se firmó el armisticio y finalizó la 1ra Guerra Mundial, razón por la cual regresaron inmediatamente a la República Argentina. Se embarcaron en el puerto de Barcelona y viajaron en el barco que trajo la gripe a nuestro país, enfermedad que, durante la travesía causó, la muerte de más de cuarenta personas entre tripulantes y pasajeros.
La familia se instaló en el barrio de Belgrano y Jeannette, con muy poquitos años, fue hecha socia del Belgrano Athletic Club. En el año 1922, con sólo 6 años, esa chiquilina, rubia, inquieta y juguetona daba sus primeras brazadas en la pileta de su club, guiada un poco por su hermana mayor: Dorotea, y por el inmenso talento que Jeannette tenía para esta disciplina. Fue creciendo en este deporte a pesar de que la institución no le brindaba ningún tipo de apoyo. En el año 1928 logró sus primeros triunfos, mientras que su hermana Dorotea, obtenía el título de campeona argentina, en 100 metros libres, con una marca de 1.33.2 convirtiéndose en el ejemplo a seguir.
Jeannette también jugaba al hockey sobre césped siendo una muy buena jugadora y disputando partidos internacionales. Pero la natación era su pasión, buscando más apoyo deportivo fue al Hindu Club, pero al poco tiempo volvió nuevamente al Belgrano, al que iba a representar hasta el fin de su carrera deportiva y convirtiéndose en su segundo hogar. Siguió creciendo, su físico se fue transformando en algo ideal para el deporte, más de 1,70 de estatura, largos brazos, delgada, fuerte como consecuencia de los muchos deportes que practicaba y de una belleza inusual, belleza que le iba a dar una de las alegrías más emocionantes de su vida.
La vida deportiva de Jeannette era acompañada por un nadador cuyo nombre era Roberto Peper. Este la aconsejaba en la faz técnica y le preparaba algún entrenamiento, pero, por sobre todas las cosas, trataba de profundizar una amistad, que, con el correr de los años, se iba a transformar en un inmenso amor.
El 10 de marzo del año 1932, la Campbel con tan sólo 16 años, enfrenta su primer Campeonato Argentino y logra el ansiado título con una marca de 1.18.6 que se convertía en nuevo récord argentino. Su vida no tuvo cambios importantes, a pesar del título y el récord, siguió con su rutina, su trabajo en el frigorifico Swift, sus otros deportes, los bailes que adoraba, el cine con su idolatría por Gary Cooper, y la natación que, hasta ese momento, era tomada como un deporte de verano. Durante el año 1933 Jeannette interviene en el Campeonato Argentino y el 11 de marzo, sufre su primera derrota y única en el país (perdió tres carreras en toda su campaña) contra Alicia Laviaguerre, que gana los 100 libre con 1.19.0 y a pesar, de que en el deporte no hay excusas, el día anterior Jeannette había cabalgado toda la tard el Tigre quedando molida para la carrera.
Esto alienta el espíritu de Jeannette y empieza a entrenar con mayor seriedad y en el Argentino de 1934 se toma la revancha ganando el título argentino con 1.15.4. A nivel sudamericano se comentaba que en el año 1935, se iba a permitir participar a las mujeres, cosa que en las ediciones de 1929 y 1934 no había sido posible. En el argentino de 1935 gana nuevamente los 100 metros libre con una marca de 1.12.0, nuevo récord argentino, y los 400 libre con 6.14.7 y clasifica para su primer sudamericano. Río de Janeiro recibe por primera vez a las mujeres y Jeannette despliega su enorme talento: y realiza en 100 libre una marca de 1.08.0, récord argentino y sudamericano y una marca de primer nivel internacional, además gana los 400 libre con 5.47.8 con récord y la posta 4×100 libre con (Frick, Milberg, Laviaguerre y Campbell) con 5.11.1. En su debut redondea tres medallas de oro, con tres récords argentinos y tres sudamericanos. Luego de este campeonato sudamericano, el gran sueño era casi una realidad, una mujer, la primera después de nueve olimpíadas iba a representar a nuestro país en los juegos más impresionantes de la historia. Su gran actuación de Río y su marca de 1.08.0 eran el argumento para su nombramiento. En el verano de 1936, vuelve a ganar el campeonato argentino, con 1.13.0 y los 400 metros con 6.00.6. Jeannette organizó su vida y entrenó con dureza aunque nunca pudo entrenar una semana entera. Por falta de presupuesto, ningúno de los grandes nadadores varones de esa época fueron nombrados. Solamente Jeannette, una vez regularizada su ciudadanía, fue designada.
El día 9 de junio de 1936, a bordo del Cap Ancona, Jeannette parte rumbo a Europa, junto a una delegación de 50 hombres, convirtiéndose en la primera mujer argentina en representar al país en una olimpíada. Marcó para la época una vivencia demasiado audaz, al viajar sin chaperona, por otra parte, trató de entrenar en una pileta de diez metros a la que recorría en tres o cuatro brazadas, cosa que resultaba muy compleja. Al llegar a Río, Brasil, el entrenador a cargo, Juan Carlos Borras, decidió comprar una soga elástica, gracias a la cual pudo entrenar atada la borde de la pileta y aprovechar así, al máximo, todos los días del largo viaje. Los 21 días de la agotadora travesía se sobrellevaron con la alegría de la vida a bordo del barco: la fiesta del clásico cruce del Ecuador fue inolvidable, y, a pesar de que te   nían terminantemente prohibido bailar porque se endurecían los músculos de las piernas, se divertieron, al punto que, Jeannette hasta se disfrazó de hombre, simulando un casamiento de «apuro», con un chico que se había disfrazado de novia.
En el mundo se dejaban sentir vientos de Guerra cuando Alemania los recibió con los brazos abiertos. En la ciudad de Berlín estaba todo preparado para que los juegos fueran los mejores de la historia. Adolf Hitler en el palco y el jóven atleta negro llamado Jesse Owens (EE.UU.) en la arena, se iban a convertir en los dioses de una fastuosa olimpíada en la que ambos representaron dos papeles contrapuestos pero complementarios, la política y el deporte. Nadie pudo evitar que todo el aparato propagandístico del Tercer Reich brillara en todo su esplendor. Esto llevó a los juegos a una organización perfecta y de un altísimo nivel, que, junto a la gran categoría de los deportistas la transformó en la más espectacular olimpíada de la historia. Jeannette se había alojado junto a toda la delegación en la villa olímpica, que era perfecta y por primera vez en su vida entrenaba todos los días, aunque debía hacerlo muy temprano y con aguas bastante frías, pero su confianza comenzaba a crecer día a día ya que empezaba a sentirse cada vez mejor bajo la dirección del entrenador Juan Carlos Borras.
Borras trataba de corregirla técnicamente en algunos detalles, como largada, vuelta y ritmo de carrera, tratando que su brazada fuera más larga, aunque su estilo era casi perfecto. No trabajaron distancias largas y durante la primer semana hacían cómodos trabajos sobre 50 metros para que se acostumbrara a la pileta olímpica.
Luego trabajaron mucho sobre piques de 150 metros, donde Jeannette debía pasar en 1.09.0 y tratar de volver los últimos 50 en menos de 30 segundos.
Jeannette recuerda que su única diversión era escuchar música, en un teatro al aire libre, dentro de la villa olímpica y también que cada vez que Adolf Hitler se acercaba, todos corrían y trataban de acercarse y verlo, aclarando que gracias a Dios a esa edad no entendía nada de política. También quedó en su memoria que Goering, jefe de las Luftwaffe (Fuerza Aerea) se acercó a la pileta y la quiso saludar: «En inglés me preguntó de donde venía, yo le contesté que de Argentina», a lo que el contestó «¡Uhhh, que lejos estás de casa!».
Al fin llegó el primero de agosto, el día tan esperado en que se inauguraban los juegos en el estadio olímpico que tenía capacidad para cientodiezmil espectadores. Nunca se había visto algo igual, el público se puso de pie y al mismo tiempo gritaba «¡HEIL HITLER!», con el brazo en alto mientras el Führer hacía su entrada al estadio, simultáneamente, las juventudes hitlerianas también saludaban al dictador. «Jamás se me borrará el recuerdo de esta inauguración, a pesar de lo poco que tuvo que ver con el deporte y me sentí orgullosa de desfilar detrás de mi bandera (única mujer) y delante del equipo masculino». Se soltaron 10.000 palomas, mientras que el dirigible Hindenburg se deslizaba sobre el estadio y al compás de la marcha de homenaje, compuesta por Richard Strauss, se puso en movimiento el imponente desfile de las delegaciones, algunas como Francia, saludaron al dictador con el brazo extendido siendo ovacionada por el público, mientras que Estados Unidos e Inglaterra, al pasar frente al palco miraron hacia otro lado.
La antorcha olímpica fue traída desde el santuario de Olimpia por una posta de 3300 deportistas, a través de 3076 kilómetros y un joven ario de nombre Eric Schilgen, de la juventudes hitlerianas, realizó el último relevo. La impresionante ceremonia finalizó cuando Spiridon Louis, ganador de la primera Maratón, Grecia 1896, ataviado con ropas de pastor griego, le entregó un ramo de olivos a Hitler. La ceremonia había finalizado y los juegos estaban en marcha y estas imágenes jamás se borrarían de la mente de nuestra campeona que, con sólamente 20 años, iba a afrontar el máximo evento de su vida.
Comenzó la segunda semana de los juegos y con ella el turno de la natación.
El día 8 de agosto, Jeannette debutó en 3er serie eliminatoria, enfrentando a la campeona alemana Gisela Arendt, a la cual superó con una marca de 1.06.8, Récord Argentino y Sudamericano. A pesar de los nervios su debut fue brillante.
El 9 de agosto tuvo su segundo escollo, le tocó correr la segunda semifinal nada menos que contra la holandesa Willie den Ouden que era la récordwoman mundial y máxima candidata. "Por los tiempos que se habían hecho las posibilidades de clasificar eran óptimas, y con el entrenador Borras, decidimos nadar los primeros 75 metros con cierta comodidad, respirando hacia ambos lados, para vigilar a las rivales y rematar los 25 metros finales, para tratar de preservarse para la final." Acertaron y ganó la semifinal con 1.06.6, nuevo récord Argentino y Sudamericano, superando a la plusmarquista mundial Willie den Ouden que se comentaba estaba pasada de entrenamiento. Era finalista y su felicidad era indescriptible.
La alegría era inmensa, nadie esperaba esta actuación espectacular, había ganado la eliminatoria y la semifinal. Al llegar a su habitación de la villa olímpica había flores y mensajes de augurio por doquier.
Comenzaba, para Jeannette, una larga noche invadida por los nervios, donde se trata de dormir y no se puede, donde se cierran los ojos y las imágenes de la competencia que viene, empiezan a desfilar, donde no se encuentra una posición cómoda para descansar, donde la tensión a veces juega en contra del deportista, ante la posibilidad de una victoria.
Llegó el gran día. La pileta estaba colmada de público, más de 20.000 personas. Borras le dió las últimas indicaciones y trató sobretodo de tranquilizarla dándole confianza y pidiéndole que luchara hasta el último metro. Frente a los cubos de partida se   encontraban las nadadoras, tensas y pensando como iban a nadar la prueba. El largador dijo: en sus marcas y sonó el disparo. Jeannette reaccionó tarde y entró casi última al agua, pero a los 25 metros ya estaba tercera y dió la vuelta de los 50 metros, junto a la alemana Arendt, en primer lugar. Luego se despegó de ella, pero Mastenbroeck, que en los 50 metros había girado medio metro atrás, comenzó a atacarlas en un sprint final terrible. Luchó y mantuvo la punta hasta los 85 metros, luego fue brazada a brazada, metro a metro y a pesar de que Jeannette no se entregó la holandesa en los 5 metros finales hizo una pequeña diferencia que le significó la victoria. El público aplaudía de pie y gran parte del mismo la alentó a pesar de no ganar, ya que Jeannette con su humildad, simpatía y belleza había conquistado Berlín. La pileta del Reichsportfeld había sido testigo de una de las hazañas del deporte argentino que jamás deben olvidarse.
Después vino la ceremonia del podio, las ovaciones, la corona de laureles y la inolvidable medalla de plata: única hasta hoy en natación. Cuatro días después, vendría otra satisfacción, ya que fue elegida por voto unánime, reina de la belleza de la olimpíada, algo que la llenó de orgullo y que al día de hoy la satisface más que su querida medalla de plata.
En la pieza de los recuerdos, el platillo con los símbolos olímpicos con la inscripción «Der schonhectes Konigin Berlín 1936» (A la Reina de la belleza Berlín 1936), es el recuerdo más venerado de una olimpíada que la marcó a fuego, no sólo en lo deportivo, sino en su vida. En un principio pensaba quedarse en Europa, pero luego decidió volver y esta decisión le evitó la posibilidad de un mal momento en altamar, ya que ni bien llegó fue sometida a una operación de apendicitis. Pasado un tiempo, comenzó nuevamente a entrenar con vistas al Argentino y Sudamericano de 1937. Ganó en los 100 y 400 metros libre en el Argentino y, en Montevideo, ganó dos medallas de oro en 100 libre y en la posta 4×100 libre con (Milberg, Rodhivs, Milberg y Campbell) con récord sudamericano, pero sorpresivamente, en los 400 metros libre, Piedade Coutinho, una de las grandes de Brasil, genera la tercer derrota de su vida.
Después y siempre pensando en las olimpíadas de Tokyo de 1940 ganó todo lo que corrió, Argentinos y Sudamericanos.
En 1938 en Lima, Perú, gana tres medallas de oro, una en 4×100 libre con (Frick – Rodhius – Mitchell – Campbell). En el año 1939 en Guayaquil, Ecuador, se despide de los Campeonatos Sudamericanos, ganando 100, 200 y 400 libre y una posta que fue inolvidable formada por Frick, Tisserandet, Mitchell y Campbell. En nuestro país corre su último Campeonato Argentino en marzo de 1939, en la pileta de 25 metros de la Asociación de Comercio e Industria, ganado los 100, 200 y 400 libre, despidiéndose con un triplete inolvidable.
Nunca más le pudieron ganar, se convirtió en un ídolo intocable e inolvidable, y ya muy cerca de su nuevo sueño olímpico, la locura de los hombres convirtió al mundo en un manicomio, en donde se perdieron millones de vidas sin sentido. En ese año, 1939, los sueños de Jeannette fueron destrozados por la más grande y terrible Guerra Mundial. Luego, en 1941, decidió dejar de nadar y esa hermosa amistad con Roberto Peper, que se había convertido en el amor de su vida, se oficializó con el casamiento.
Después vendrían los hijos, Inés, Susana y Roberto. Jamás se alejó del deporte. Su hija Susana fue la mejor nadadora de la década del 60 y Roberto Peper (Padre) fue designado miembro del Comité Olímpico Internacional lo que la obligó a viajar constantemente por el mundo y nuestro país. Fue la cabeza de las famosas colectas de ALPI y en esa gran cantidad de viajes estuvo junto a personajes como la Reina de Suecia, el Príncipe de Mónaco, la Princesa de Inglaterra o el Primer Ministro de Japón, y tuvo entrevistas con el Papa cada vez que iba al Vaticano.
Pero todavía le quedaban emociones inolvidables. En el año 1964, en Tokyo se realizaban los Juegos Olímpicos y su hija Susana fue designada representante argentina y el Comité Olímpico designó a Jeannette dama de compañía de la delegación.
Una vez en Tokyo, tuvo el honor de ser nombrada abanderada y desfiló al frente de la delegación con la enseña patria en sus manos, una vivencia que jamás olvida, se había hecho justicia, Tokyo 1940 fue reemplazado por Tokyo 1964. Luego vendría un reconocimiento internacional, un lugar en el International Swimming Hall of Fame Honorees (1965-1996) otorgado en 1991, que es el reconocimiento a su trayectoria internacional.
Ahora a 60 años de la hazaña no vive de recuerdos sino de su presente, su esposo, sus hijos y nietos que llenan todos sus días y todas sus medallas y pergaminos, son hermosos recuerdos, pero simplemente recuerdos. Por eso, alguna vez, habrá alguna nadadora que supere esta actuación de Berlín 1936, o surgirán otras que serán mejores o peores pero seguramente jamás habrá "ninguna igual".
Esta breve historia está hecha con todo el respeto y admiración a una deportista que no debe quedar circunscripta a nuestra disciplina sino que debe ser reconocida y recordada como una de las más grandes de la historia del deporte argentino. ¼
 
Títulos
Subcampeona olímpica
12 Títulos Sudamericanos
13 Títulos Argentinos
Subcampeona Sudamericana
12 Récords Sudamericanos
7 Récords Campeonato Sudamericano
más de 20 Récords Argentinos. 

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