Se casó la nadadora Charlene Wittstock

La sudafricana Charlene Wittstock nadadora olímpica en Sydney 2000, y el príncipe Alberto II de Mónaco y se casaron hoy por Iglesia.

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El príncipe Alberto II de Mónaco y la sudafricana Charlene Wittstock se casaron este mediodía por Iglesia, en una glamorosa ceremonia efectuada en el patio del palacio monegasco ante cientos de líderes mundiales, miembros de la realeza y celebridades. Ayer habían contraído matrimonio por civil.  La ceremonia religiosa del Soberano y la ex campeona de natación representante olímpica por Sudáfrica en los Juegos Olímpicos de Sydney, que se convirtió ayer en Alteza Serenísima princesa de Mónaco, se celebró al aire libre, en el patio de honor del palacio, y no en la catedral donde se casaron los padres de Alberto, Rainiero y Grace Kelly, en 1952.
 
La prensa de África del Sur se refirió a ella “como una joven tan bella como buena que se muestra siempre agradable, sonriente y siempre disponible, particularmente para los niños”. Desde el principio de su relación con el príncipe Alberto, todo el mundo hablaba de ellos como si de una pareja de novios se tratara. Algo que Charlene sobrellevó con la mayor prudencia y naturalidad posibles, pues era consciente de que convertirse en Primera Dama de Mónaco conllevaría una responsabilidad muy distinta a la que exige ser nadadora olímpica. Después de todo, convertirse en la esposa del soberano monegasco era asumir el mismo papel que hizo de la princesa Grace una leyenda.

Cuando, en enero de 2008, la nadadora anunció que no participaría en los Juegos Olímpicos de Pekín, muchos apuntaron a esta decisión como la clave de un anuncio de compromiso. Unos rumores que adquirieron más valor al conocerse que Charlene estaba siendo instruida en la fe católica por el capellán de Palacio, y que se vieron confirmados el 23 de junio de 2010 cuando el soberano monegasco anunció su compromiso con la que había sido su compañera durante casi cuatro años.

El deporte ha estado siempre presente en la relación del Señor de Mónaco y la bella Charlene. Dicen que fue en las Olimpiadas de Sídney donde se conocieron y fueron los Juegos Olímpicos de invierno de Turín, con el eslogan “La pasión vive aquí”, donde él la presentó en sociedad. El nombre de Charlene quedará para siempre ligado a la historia del deporte como antes quedó, entre otros, el de Silvia de Suecia, quién enamoró al entonces príncipe Carlos Gustavo durante los Juegos de Múnich (1972); o el de Mary Donaldson, que conocería también en “Sydney 2000” al príncipe Federico de Dinamarca.

 
Charlenne, Muchas Felicidades a ambos !!!
 
Alejandro Lecot – WWW.NATACION.COM.AR

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