Osvaldo Arsenio. Director Nacional de Deportes

El Director Nacional Técnico-deportivo, Osvaldo Arsenio, escribió sendas columnas en Clarín y en Página 12, en las que opina sobre temas que hacen a la actualidad de la política deportiva argentina.

Por

Clarín:

 

Enterrar a los héroes individuales

 

Osvaldo Arsenio. Director Nacional de Deportes

 

El cierre del ciclo olímpico —incluidas las dos medallas de oro de Atenas 2004— nos encuentra en el indispensable análisis de los recientes resultados y la presentación del nuevo Plan Estratégico por venir hacia lo que estimamos el corto plazo para el deporte argentino, es decir Río de Janeiro 2007 y Beijing 2008. Ello para buscar mejorar nuestras actuaciones, incrementar el número de deportistas y por sobre todo transparentar el apoyo estatal para que llegue a los que lo merecen y lo necesiten realmente.

 

En el análisis del éxito deportivo, existe en nuestro país una especie de mitología local que consiste en explicarlo como fruto casi único de las "heroicidades individuales".

 

Esta figura del héroe solitario y ganador creció con vigor en las últimas décadas, alimentada a veces por un "marketing deportivo personalizado", un creciente individualismo y otras muchas por la chatura dirigencial de algunas federaciones y la falta de definición del Estado en sus políticas deportivas.

 

Esta percepción del éxito es sin duda nociva pues disocia al triunfador de su pertenencia al cuerpo social, resultando un mero activante de acciones efímeras y beneficios y soluciones individuales por sobre los esquemas de planificación y gestión institucional que necesita todo país para crecer en sus distintas áreas.

 

A la necesaria renovación de las anquilosadas estructuras tradicionales que nos reclama el deporte moderno en estos tiempos, en donde la planificación técnico-científica a largo plazo se impone desde hace años sobre los planteos voluntaristas, se suma la decisión del sistema a seguir para el crecimiento deportivo.

 

Nuestros enfoques del pasado estuvieron muchas veces encerrados en la discusión de las alternativas falsamente inconciliables de deporte social o de alto rendimiento, pero no se advirtió que muchos países han roto esta disyuntiva desde hace más de cuatro décadas con modelos de los que es importante tomar nota y adherir con ciertos matices propios.

 

Países como Finlandia, Suecia, Francia y Alemania, entre otros, han desarrollado con eficacia la indelegable labor del Estado de privilegiar la masividad e inclusión de la sociedad en el deporte como un derecho humano, balanceándola de manera inteligente con el apoyo a la elite deportiva que surge desde el área estatal y fundamentalmente del aporte privado.

 

Es a este ejemplar equilibrio hacia donde estimo el deporte argentino debe encaminarse, contando con una gestión dinámica del Estado que permita incluir en el maravilloso mundo del deporte a los que hoy no pueden disfrutarlo y que a la vez nos permita valorar el éxito de un compatriota como la consecuencia lógica de una acción planificada y continua en el tiempo.

 

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Página 12

 

Función pública

 

Por Osvaldo Arsenio

 

Ante la finalización de un ciclo deportivo analizados los resultados obtenidos en Santo Domingo 2003 y Atenas 2004, estas y otras variables nos indican la necesidad de comenzar de manera progresiva pero urgente los cambios en la estrategia mediante el nuevo Plan 2004-2012 para nuestro deporte de representación nacional, conectándonos también con la esfera del deporte social como lo hacen los países con mayor equidad.

 

Es indudable que los deportes individuales son, en su gran mayoría, los que más han sentido el estallido económico-social producido a fines de los ’90. Estos deportes, en gran parte amateurs, son los que aportan alrededor del 90 por ciento de las medallas en disputa en Juegos Panamericanos y Olímpicos y resulta indispensable su desarrollo si pretendemos un crecimiento cualitativo y cuantitativo de nuestro deporte.

 

Durante años sostenidos por la acción ya exhausta de los clubes y con estructuras federativas en muchos casos detenidas en el tiempo, la acción estatal a través de la Secretaría de Deporte será vital para ayudar a su reactivación.

 

A los males detectados –menor número de deportistas federados que en 1950 en varios deportes básicos, exclusión de grandes masas de niños y jóvenes de la práctica del deporte, escasa y mal distribuida infraestructura– se sumaron durante gran parte del período democrático la indefinición y falta de continuidad en los modelos a seguir.

 

Es un hecho hoy que la inversión del Estado en el deporte debe optimizarse mediante un cada vez más eficaz control de gestión y de resultados.

 

Necesitamos también solidarizar al deporte y sus protagonistas en el esfuerzo de reconstrucción del tejido social que hoy nos ocupa y que el éxito deportivo no solamente sea un medio para mejoramiento económico individual sino que cumpla además una función social integradora y de mejora en la calidad de vida de la población toda, mediante la emulación y la práctica activa.

 

Ese será el desafío de la gestión en los próximos años.

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